Contexto histórico
Mesopotamia ubicaba la región bañada por los ríos Éufrates y Tigris en el Oriente Próximo, lo que comprende actualmente a los países como Jordania, Israel, Líbano, Siria, Turquía, Iraq en Irán.
El territorio, bendecido por la corriente fluvial que forman Tigris y Éufrates, fue invadido por pueblos nómadas que se sintieron atraídos por su riqueza natural. Se asentaron varias sociedades tribales y comenzaron a practicar la agricultura, la cerámica como la de Tell Halaf. Poco a poco fueron formando ciudades.
Los mesopotámicos tuvieron dominio del torno de alfarero, del artesanado y los útiles de lujo, de la rueda y el carro, de la navegación, de la fundición de los metales. Crearon un sistema de peso y de medida (imperio de Sargón El Grande, 2335-2279 a.C.) para controlar la producción y el comercio; practicaron la especialización laboral, inventaron el sistema numérico sexagesimal, estudiaron los astros. Además, conocen y emplean los avances tecnológicos para realizar herramientas y armas de cobre; fueron pioneros en la construcción del primer imperio del mundo (el imperio acadio por Sargón El Grande). Crean el Estado e instauran ciudades-estados independientes; implantaron la justicia mediante las leyes de código e hicieron la primera biblioteca del mundo (rey Asurbanipal 669 -627 a.C.).
La región fue conformada por varias sociedades culturales. Las principales y que dejaron un legado histórico: la sumeria (h.3000-2450 a.C.), la acadia (2350-2100 a.C.), la asiria (h. 1840-612 a.C.), la babilónica (h.1840- 1550 a.C.) y la neobabilónica o los caldeos (625-539). Todas bebieron del período Uruk y otorgaron al territorio mesopotámico una historia dinámica y sangrienta colmada de guerras, conquistas, imperios, invenciones, arte y pensamiento que coinciden con el Imperio egipcio en sus fases antigua, media y nueva.
Hacia el año 3000 a.C. aparece la escritura como inicio de la historia propiamente dicha. La escritura cuneiforme, una de las formas de escritura más antiguas del mundo, la desarrollan en un primer momento para llevar cuentas administrativas; posteriormente, se narran en tablillas historias de la mitología mesopotámica naciendo así la literatura (poema de Gilgamesh) y se escribe el más importante código de leyes realizado en Mesopotamia, La estela de Hammurabi: contiene 282 leyes de código cuya finalidad era la protección del pueblo. El conocimiento de la escritura permitió implantar el calendario de 12 meses lunares, la división de los días en 24 horas y los minutos en 60 segundos.
La arquitectura en Mesopotamia
La arquitectura en Mesopotamia se construye primordialmente con adobe y ladrillo cocido debido al medio en que se encuentran pues la piedra es difícil de obtener. Es una arquitectura que responde a un sistema político –siempre al servicio del poder–, social, religioso y que se sustenta en la estructura de la ciudad-estado.
Como característica general, las edificaciones se erigen sobre terrazas a causa de las constantes inundaciones, tienen gruesos muros con muy escasas aberturas que se refuerzan con contrafuertes. Hacen uso del sistema adintelado e introducen los elementos constructivos como el arco y la bóveda de cañón tan usados en la tipología palacio.
El templo es una de las construcciones más representativas de Mesopotamia. La vida del pueblo giraba siempre en torno a este cuya función principal era cultual. Su tipología constructiva está definida por un conjunto de edificios (almacenes, santuarios, talleres, quizás estancia del escriba y otras dependencias administrativas) que rodean al zigurat, (capilla destinada al dios del lugar, construcción genuina de Mesopotamia de origen sumerio). El templo siempre estaba protegido por una muralla.
La comunicación con los dioses se establece a través del zigurat, de ahí su forma escalonada, que podía ser de tres, cuatro o siete pisos, evolución que se logra paulatinamente pues los primeros centros religiosos estaban a ras del suelo y por su carácter divino comenzaron a elevarse. Transmitía la grandeza del dios del territorio al mismo tiempo que el poder de su gobernante y el desarrollo de su pueblo. También construido en una terraza, más alta, escalonada con varios niveles y en su cúspide se ubica el templo de ladrillos esmaltados, cuyo acceso se realizaba mediante escaleras situadas en la fachada, adosadas o perpendiculares a esta. El zigurat de Ur, es el mejor conservado hasta nuestros días y data de la tercera dinastía de Ur, siglo XXI a.C.
El palacio, de grandes dimensiones y planta cuadrangular, hace gala de los elementos constructivos como el arco de medio punto y la bóveda de cañón. Está erigido en adobe y ladrillos, se edifica sobre una plataforma donde se instauran patios, muchas salas y un zigurat, todo rematado con una gran muralla a modo de protección. Se colocaban piedras verticales en la base de los muros[1] para reforzarlos debido a la propiedad endeble del material utilizado como en el palacio de Sargón II en Dur Sharrukin, Asiria donde además destacan en sus puertas los lamassu, esculturas monumentales de toros alados con cabeza humana, que alejan a los malos espíritus. Por su parte, los neobabilónicos, aportan a la arquitectura mesopotámica la ornamentación de las fachadas de las puertas destacándose la Puerta Ishtar, Babilonia por su fachada de ladrillos cocidos y vidriados, abultados y policromados enriquecida por dragones, toros, leones y otros seres mitológicos. Construida por Nabucodonosor II en el lado norte de la ciudad hacia el 575 a.C.; también del reinado de este gobernante son, de haber existido realmente, Los jardines colgantes de Babilonia, una de las maravillas del mundo antiguo, ubicado en el palacio real para disfrute de la reina. Según hallazgos recientes se especula que no fue en Babilonia sino en Nínive bajo el mandato de Senaquerib en Asiria donde se erigió tal maravilla.
Similar modo constructivo pero simplificado y sobrio son las viviendas edificadas sobre terrazas para evitar la humedad. Las casas difieren en su construcción de acuerdo a los recursos económicos que se tenga. Se alzan sobre planta cuadrada o circular cuyo patio central estaba rodeada de habitaciones. Sus muros de adobe, están desprovistos de ventanas y la entrada se hacía por el tejado mediante escalerillas. Estas casas estaban adosadas a otras y además de su función doméstica también servían para secar las cosechas. El modo constructivo y formal de las viviendas responde al medio en el que están insertadas.
Las tumbas constan de un corredor excavado que conducía a dos estancias abovedadas: el sepulcro y la que contenía el tesoro. (Tumbas reales de Ur). En ellas, según las dieciséis tumbas y cientos de enterramientos menores excavados por Leonard Woolley y su equipo, cuya cronología corresponde al Dinástico Antiguo III, destaca la necrópolis de carácter monumental de la reina Pu-abum y su esposo con un tesoro inigualable de piezas en oro, lapislázuli, nácar, madera y piedras preciosas que acompañan el séquito, cual sacrificio realizado para los enterramientos de reyes y reinas del territorio. A saber, fueron hallados innumerables armas de bronce, un puñal de oro con empuñadura de lapislázuli de gran calidad, instrumentos musicales, huesos de animales que yacían junto a dos cuerpos de caballerizos y un carro de madera decorado en oro, piedras preciosas y nácar. También se encontraron varias vasijas de oro, plata, bronce, lapislázuli y alabastro. (Casco del rey Meskalamdug, elaborado en oro. Museo de Bagdad).
La escultura en Mesopotamia
Del mismo modo que en la arquitectura, la escultura expresa todas las facetas del poder y las creencias religiosas. En ella se representan mayoritariamente la figura masculina –reyes, dioses, sacerdotes, devotos en escultura exenta o en bajorrelieves. Recorre el camino al servicio del dios, como en la cultura sumeria con los orantes (Estatuilla del templo de Abu), estatuillas de gran simplificación formal cuya única expresión se constata en sus abiertos ojos de mirada fija hacia el frente mientras el cuerpo de forma cónica o cilíndrica permanece estático. Son esculturas de bulto redondo que repiten un mismo canon compositivo: manos en el pecho a modo de reverencia u ofrenda en manos, sentado o parado, mirada frontal en infinita espera, (Estatua sedente del príncipe Gudea, Lagash). La estela de Ur Nanshe (h. 2500 a.C.) y El estandarte de Ur comparten características comunes como el marcado hieratismo y la perspectiva jerárquica –el rey siempre es más alto que el resto de los representados–, la ley de frontalidad con la perspectiva torcida donde el cuerpo está de frente mientras que los miembros y la cabeza se representan de perfil, todo enmarcado en una narración dividida en distintas fases –superposición de bandas–, semejante a los egipcios, cuyo fondo plano se altera, en ocasiones, con inscripciones en escritura cuneiforme.
El arte escultórico atraviesa por el sendero del servilismo al jefe militar que se traduce en bajo relieves con temáticas bélicas y triunfantes del gobernante, (Estela de Naram-Sin, cultura acadia). Lo significativo de esta representación es el carácter propagandístico de la narración, la exaltación del rey, concebido en una única escena. Es decir, ya se abandona la superposición de bandas y los espacios comienzan a ser recreados por elementos de la naturaleza aunque se sigue con el patrón tradicional de la escultura mesopotámica.
Sin embargo, son los asirios quienes llevan a otro nivel la escultura de Mesopotamia a través de sus planos y bajos relieves en ortostatos mediante la representación de episodios –campañas de guerra, cacerías reales– siguiendo un hilo conductor narrativo en toda la historia, como se puede observar en Ejército asirio sitiando una fortaleza, Palacio de Assurnasirpal, Nimrud. Las imágenes, de gran detalle, alto dramatismo y movimiento realista serán repetidas por toda la parte baja de los muros al mismo tiempo en que se abandona la jerarquización de la figura, (La leona herida).
La pintura en Mesopotamia
La pintura fue la manifestación que menos esplendor tuvo. Su función fue estrictamente decorativa, como ornamento de la arquitectura donde recrea escenas de guerra y ritos. Como pigmento, utilizaron el rojo, el azul y el blanco. Las características fundamentales no difieren mucho del arte escultórico: ausencia de perspectiva y movimiento, figura de perfil y contorneada, jerarquización de la figura, (El rey y el ordenador de sacrificios).
Cerámica en Mesopotamia
En el período que antecede a la época Uruk, durante el IV milenio, hubo existencia de una cerámica pintada y fina. Luego irrumpe una cerámica con formas variadas con alto grado de estandarización que se elabora muy rápidamente por el uso del torno de alfarero. Sin embargo, la más representativa del período Uruk son los cuencos biselados como el cuenco de cerámica de Eridu, Iraq, de cuerpo troncocónico y borde biselado cuyo vínculo está ligado a funciones administrativas, es decir, su uso se destina para medir el alimento (el cereal) . En ocasiones, este cuenco era depositado como parte del ajuar funerario.
Este tipo de contenedor fue expandido por toda Mesopotamia gracias a su fácil hechura.También se conocen otras formas cerámicas, vajilla de mesa y cocina, recipientes grandes para contener líquidos y sólidos.
Metalurgia y orfebrería
Fue, sin duda, el trabajo de los metales, una de las actividades con mayor relevancia en el territorio mesopotámico. Los más interesantes se han encontrado en tumbas reales y templos. Uno de los metales más trabajados fue el cobre, aunque también aparecen objetos de plata, cornalina, oro, lapislázuli, etcétera.
El Retrato de Naram-Sin es una pieza de gran valor realizada en bronce. La cabeza se atribuyó a Sargón El Grande hasta que se descubre que pertenece a su nieto Naram-Sin. Se ha hallado desprovista de los metales preciosos que contenía. Otro ejemplo significativo lo es el vaso de plata de Entemena dedicado al dios Ningirsu que recoge un minucioso trabajo decorativo con la técnica del buril.
La cultura mesopotámica culmina con la invasión de los persas de la mano de Ciro II El Grande. Comenzaba la última fase artística del territorio mesopotámico con el arte persa cuyas influencias del patio son inevitables. Los palacios de Persépolis y de Susa, (Friso de los arqueros) bajo el mando de Darío I y Jerjes I, señala el final de este imperio que fue derrotado por Alejandro Magno hacia el año 331 a.C.
[1] Ortostatos.