Un nuevo espíritu recorre toda Europa desde finales del sigo XII, con él la luz y la naturaleza iluminan la fe y el entusiasmo de los pueblos en esta etapa de la historia del arte. El despertar de las ciudades hace que los ciudadanos se encuentren y establezcan entre ellos, o con el mundo que les rodea, un diálogo permanente que les llega a proponer soluciones plásticas tan hermosas como las catedrales o instituciones tan decisivas para la cultura como las universidades. La relación con Dios y con lo sobrenatural adquiere otro sesgo más moderado que el de siglos anteriores; con amor, sin terrores y anunciando un incipiente Humanismo. El arte gótico eleva como un símbolo, las agujas de sus iglesias en las ciudades y llena de iluminados colores los muros y los corazones. Frente al románico agrario, feudal y monástico se desarrolla ahora el gótico urbano donde el monasterio aislado en el campo es sustituido por la catedral ciudadana.
A finales del siglo XII convergen las condiciones necesarias para que Europa conozca uno de los momentos de mas ferviente espiritualidad. El mejor exponente de esta época es la catedral, y des entonces y hasta nuestros días, es un verdadero símbolo de templo cristiano.
Contexto histórico
El arte gótico se extiende en el entramado general de espiritualidad que caracteriza a la Edad Media, pero de ninguna manera podrá considerarse como una continuación del espíritu románico. Desde el pensamiento filosófico hasta las nuevas situaciones socioeconómicas se plantean las condiciones necesarias para que aparezca un hombre nuevo y por ello un arte nuevo, allá a finales del siglo XII.
Condiciones socioculturales del gótico
Las principales condiciones que desembocan en el nuevo estilo serán:
- La reforma cisterciense. Contra la relajación de la Iglesia San Bernardo emprende una tajante reforma, fundando la Orden del Císter. Entre varias innovaciones de orden espiritual, la nueva Constitución de la Orden contiene instrucciones muy precisas sobre los nuevos templos, proscribiéndose todo tipo de decoración y limitándose la arquitectura a sus elementos estructurales. Esta nueva situación permite a los arquitectos despreocuparse del ornato y atender únicamente a las cuestiones técnicas. De este modo la ingeniería arquitectónica da unos pasos gigantescos en la segunda mitad del siglo XII hasta alcanzar su madurez en el siglo XIII.
- El despertar del Humanismo. San Francisco de Asís, en el siglo XIII, nos transmite una nueva dimensión del ser humano. En adelante el cuerpo no será un miserable soporte del alma, sino una maravillosa obra de Dios que hay que respetar. La Baja Edad media ha dejado atrás el terror del milenario y se abre hacia la era de amor, de amor a Dios y a la naturaleza, de amor espiritual y de amor cortesano.
- Una nueva estructura social. A partir del siglo XIII y tras las Cruzadas se abren nuevas rutas y se desarrolla un comercio creciente. Esto trae consigo la necesidad de nuevos esquemas laborales y técnicos para el avituallamiento de los mercaderes. Aparece una incipiente industria artesanal y con ella la concentración humana en las grandes ciudades. En ellas se van configurando los gremios y los burgos. Una nueva figura aparece en la Historia: el burgués.
En el alzado se ve toda la teoría de empujes y contrarrestos. La bóveda central envía empujes oblicuos hacia la tierra; dichos empujes son recogidos por los arbotantes que desvían la dirección de las fuerzas hacia la vertical del contrafuerte. Todo ello se cubre con un tejado a dos aguas para proteger la bóveda de piedra de las inclemencias del tiempo.
Características del estilo gótico
Si algo caracteriza plásticamente el espíritu gótico es su arquitectura. Nunca hasta entonces se avanzó tan impresionantemente ni se alcanzaron unos logros tan sorprendentes en el arte de edificar.
- Lenguaje expresivo. La importancia de la arquitectura gótica en la historia europea no se debe solo a sus increíbles avances técnicos sino al hecho de aceptarse plenamente como lenguaje expresivo. Esa espiritualidad ansiosa de luz y con un permanente e inquieto anhelo de elevación que caracteriza el siglo XIII se traduce fielmente en la catedral gótica. Desde entones será el símbolo, por antonomasia, del templo cristiano.
- La catedral gótica es la línea vertical y esta línea invoca en el hombre una sensación de equilibrio inestable. Las catedrales estiran sus columnas y subrayan el verticalismo, haciendo desaparecer la horizontalidad de los triforios y las divisiones horizontales de fachadas en las primeras catedrales francesas como en Notre Dame de París o en la de Laon. Por otra parte, la altura crece a límites inconcebibles. La nave central de Beauvais se levanta a 51 metros, pero la flecha exterior alcanza los 153 metros.
- Principales elementos constructivos. La gran genialidad del arquitecto del siglo XIII consiste en la utilización del arco apuntado y de la bóveda ojival. Con el primero desvía mejor los empujes oblicuos del arco y con la segunda concentra los empujes en los cuatro extremos del tramo. Así, solo le queda colocar ingeniosos soportes que trasladen estos empujes a tierra; estos soportes son el arbotante y el contrafuerte o estribo.
- El color alcanzará cimas únicas en la historia a través de las vidrieras. Las nuevas teorías constructivas hacían virtualmente innecesarios los muros y por otra parte como el Humanismo incipiente empujaba al hombre hacia la luz, que le liberase de las oscuras tinieblas, los muros se cubren de vidrios coloreados. Con ello la pintura mural prácticamente desaparece y se desarrollan en cambio otros procedimientos como la pintura sobre tabla y los tapices. La primera dará lugar a la pintura de caballete que triunfa en todo Occidente a partir del siglo XVI.
Arte Gótico en Francia
La arquitectura:
La arquitectura gótica nace y se desarrolla en la Isla de Francia (París). Los hitos que jalonaron los avances serán las catedrales de Moyon (1150), de Laon y París (1160) y de Chartres (1195). Naturalmente la altura también es progresiva, y de 22 metros para la nave central en Moyon se pasa a 32,50 metros en parís. Todas ellas tienen en común la pervivencia de algunos rasgos románicos y la ordenación del espacio interior dividido en dos pisos.
La catedral de Chartres se edifica sobre la anterior, románica, que tras un incendio a fines del siglo XII sólo conserva la portada occidental del crucero y parte de los campanarios. Es la primera catedral que se libera de la galería superior para desplegar la alternativa de los pilares y columnas, sustituyéndolas por haces de columnillas que se abren de un modo orgánico para distribuirse en las bóvedas. El conjunto es de una tremenda unidad vertical que induce mirar al cielo.
El apogeo y verdadera época clásica comienza con los logros de la catedral de Chartres, pero se fija en las catedrales de Reims, Amiens y Beauvais, construidas en la primera mitad del siglo XIII. El planteamiento de todas ellas es parecido: el crucero, casi al centro, se continúa con una serie de capillas radiales, que circundan la girola o deambulatorio. Dos torres gemelas al modo normando flanquean la portada principal, que, a su vez, tiene tres grandes puertas correspondientes a las tres naves. Una larga aguja se coloca sobre el cimborrio, destacando así el inequívoco deseo de ascensión de la espiritualidad gótica.
A partir de la segunda mitad del siglo XIII, los avances serán escasos. Se abandonan las alturas excesivas, aunque no la carencia de muros. Se profundiza más la decoración, desarrollándose, particularmente, los grandes rosetones y toda aquella decoración menuda y calada que desemboca en el gótico flamígero del siglo XV.
La escultura
A comienzos del siglo XIII toda la producción artística está ligada a la arquitectura. La escultura se ciñe, según patrones aún románicos, a si marco arquitectónico, principalmente en las grandes portadas.
El naturalismo que caracteriza el gótico se va haciendo más patente a medida que avanza el siglo XIII. En las primeras portadas, en Notre Dame de París o en Amiens, las esculturas adosan al muro sin atreverse a romper, todavía, el rigor del esquema constructivo. Sin embargo, en la misma catedral de Amiens las figuras del tímpano del portal de la Virgen Dorada, anuncia, con su gracia de gestos y flexible plegado de paños, el abandono definitivo de los antiguos esquemas románicos, para insertarse en la nueva corriente de naturalidad y realismo.
Es en Reims donde la escultura gótica alcanza la madurez del estilo. La obra no resulta tan homogénea como en Amines, y responde a varios artistas y a varios sentidos escultóricos, pero la calidad será irrepetible. Algunas figuras delatan un clasicismo helénico que hace comprender la pureza de ideales del primer gótico. Otras, como el Ángel de la Sonrisa de tradición centroeuropea, anuncian rasgos que definirán la escultura gótica de los siglos posteriores. Después de Reims, la escultura repetirá formulas sin convicción, por lo que, como en arquitectura, se entregará a un decorativismo suntuoso y elegante, pero sin el entusiasmo del siglo XIII.
Las vidrieras
De las primeras vidrieras góticas francesas no han quedado sino descripciones. Sin embargo, en la catedral de Chartres queda la mejor colección de toda la Edad Media y sin duda la más influyente escuela de toda Europa en el siglo XIII. En este momento las figuras de los vitrales se ajustan a la geometría que determina la armadura. Los colores son vivísimos, predominando loa azules y rojos, y en menor tono los amarillos y verdes.
Al final del siglo XIII, se llega a prescindir de los muros, como en la Sainte-Chapelle de París, lo que conlleva a un trazado muy regular de las armaduras de las vidrieras. La novedad más importante es el fondo en rojo y azul entrecruzados que le da una particular luminosidad púrpura al interior.
Fragmento escultórico del portal de Reims 1230 – 1260
. Este conjunto resume las dos tendencias escultóricas de toda la iconografía occidental: El Ángel de la Sonrisa, a la izquierda, soñador, naturalista, centroeuropeo y la figura de la derecha de un clasicismo casi griego, idealizado, mediterráneo.
Arte gótico en Alemania
Quizá fue Alemania quien primero recibiera las influencias de la arquitectura gótica de la isla de Francia, puesto que en el siglo XII ya aparecen elementos góticos. Por otra parte, la acusada verticalidad de las obras románicas germanas favoreció la adopción del nuevo lenguaje. El gótico alemán será siempre muy compacto. La verticalidad se acentúa únicamente por sus agujas. En el siglo XIV estas agujas se calarán con una originalidad netamente distintiva de este gótico.
El momento de transición queda señalado por las catedrales de Limburgo y Bamberg, ambas inspiradas en la de Laon. Los modelos franceses inspiran mucho más directamente las de Estraburgo y Colonia, de hacia mediados del siglo XIII. En la catedral de Friburgo, de primeros del siglo XIV, se abandona el ideario francés y se tiende a una arquitectura mas genuina. En Friburgo, por ejemplo, frente a las dos torres gemelas francesas, se prefiere trazar una única y genial aguja.
La escultura germánica encuentra sus propios valores de expresión ajenos a la elegancia francesa. Aquí todo resulta mucho más expresivo; el drama o la alegría se manifestarán con una tremenda fuerza comunicativa. Una de las obras más significativas es la estatua ecuestre del Caballero de la Catedral de Bamberg. En la misma catedral, El Juicio final del Portal de los Príncipes nos manifiesta la escena dramática y violenta con rasgos feroces y decididos.
El arte gótico en Inglaterra
El gótico inglés se apoya en una intensa influencia de los modelos franceses, aunque pronto la arquitectura inglesa creará procedimientos totalmente originales dentro del gótico. Pueden distinguirse tres fases de su evolución:
- Primera fase: gótico clásico (Siglo XIII). Se introducen en esta época todos los elementos de la arquitectura gótica francesa: arcos apuntados, pilares esbeltos, grandes ventanales, arbotantes. Un buen ejemplo son las catedrales de Lincoln y York.
- Segunda fase: gótico decorativo (siglo XIV). Se acometen los primeros ensayos de las bóvedas de nervios colgantes y se multiplican los adornos, sobre todo los ondulantes. La catedral de Ely y algunas partes de las de Gloucester y Wells son de este momento.
- Tercera fase: gótico perpendicular (último cuarto de siglo XIV y siglo XV). Es la gran aportación inglesa al gótico europeo, y el momento de máxima originalidad. El rasgo fundamental es la multiplicación de bóvedas y de las trompas en forma de abanico colgante y desplegado, que dan a los interiores una apariencia fastuosa de lujo y fantasía. Destacan las grandes capillas construidas bajo patronato real: capilla del Colegio Real de Cambrigde, capilla de San Jorge en Windsor, capilla del Colegio de Eton y capilla de Enrique VII en la abadía de Westminster.
El arte gótico en Italia
La arquitectura:
En Italia el arraigo del gótico es precario; la intensidad de la tradición clásica contribuye a recibir con recelo un estilo bárbaro, cuyas raíces estilísticas rompen, especialmente en arquitectura, con los legados de las civilizaciones mediterráneas; la bóveda de crucería y sus sistemas de distribución de pesos son considerados herejías por los constructores. Así pues, en la arquitectura religiosa son escasos los intentos de dotar a las ciudades de monumentos-símbolos similares a las catedrales francesas o alemanas. En cambio, la estructura política de ciudad-comuna, gobernado por una familia o grupo de familias, contribuye a la aparición de programas edilicios en los que los edificios públicos, como las signorias, recogen las esencias góticas. Nota peculiar del gótico italiano será, en consecuencia, la importancia de la arquitectura civil, superior a otras naciones europeas y la comparativamente escasa difusión de la arquitectura religiosa.
La introducción del gótico se hace a través del Císter y en las primeras obras del siglo XIII se advierte una mezcla constante de nuevos elementos góticos franceses con los viejos temas románicos de más raigambre den Italia, como se puede contemplar en la Basílica de San Francisco de Asís (1260).
Del examen de las siguientes notas del gótico religioso italiano se deduce su parentesco con el románico:
- Clasicismo, que se evidencia en los arcos de medio punto o en arcos tan livianamente apuntados que ofrecen un aspecto redondeado.
- Ausencia de arbotantes, lo que exige en el exterior la utilización de pilares más robustos como soporte de bóveda.
- Policromía, mediante mármoles de colores en la línea ornamental del románico italiano.
- Predominio de la horizontalidad; escaza altura de los edificios; franjas horizontales en el paramento, que subrayan el paralelismo con el suelo. Solamente la torre, despega verticalmente su silueta, hasta ahora adosada al edificio.
Los dos monumentos que de manera más popular reflejan estos rasgos son las catedrales de Siena y Orvieto. En Florencia el escultor Arnolfo Di Cambio levanta la catedral de Santa María del Fiori, con una concepción que recuerda a las basílicas romanas, y probablemente a él se deba también la iglesia de la Santa Croce en la misma ciudad.
El gótico civil responde a dos tipos de constructivos diferentes: el toscano y el veneciano. Los palacios toscanos ofrecen una estructura que se continuará, con variantes esenciales, en el Renacimiento y Barroco. El rasgo sobresaliente es la torre, altísima, como en los palacios de la Signoria de Florencia y Viena, quizás la única construcción que responde en Italia plenamente al espíritu gótico.
El gótico civil veneciano no ofrece un tipo unitario (palacio de los Dux, C’a d’Oro), pero tiende a resaltar los elementos ornamentales en un deseo de demostrar el lujo de la construcción.
La escultura
El mismo espíritu clásico trasciende en toda la escultura de esta época en Italia. El más sorprendente escultor del siglo XIII es Nicolás Pisano (1280). Su extraordinario instinto clasicista le lleva a producir una obra que se anticipa en el tiempo al Renacimiento. Aunque parece proceder del Sur, es en Pisa donde nos ofrece la obra más sorprendente y genial del Duecento. Para el baptisterio realiza los relieves del púlpito; éste es hexagonal lo que le permite labrar seis escenas de la iconografía cristiana, todas ellas tratadas con la solemnidad y la grandeza de la estatuaria romana.
Sin embargo, su hijo Juan Pisano resulta un ardiente goticista, más próximo a la expresividad alemana y al fuerte dibujo francés, que a la serenidad de los clásicos. Labra púlpitos en Pisa y Pistoya y extraordinarias Vírgenes con el Niño para la catedral de Siena. Su dramatismo lleva a sus últimas consecuencias el expresionismo característico del realismo gótico.
La pintura
Frente a la más primitiva pintura italiana de influencia bizantina, preocupada por la decoración y el dibujo plano, la pintura del Trecento muestra un mayor interés por la belleza naturalista y el juego de volúmenes.
En este siglo la actividad pictórica se acelera y aparecen en Toscana las dos escuelas de pintura que constituyen el antecedente directo del Renacimiento, la florentina y la sienesa.
La escuela florentina. Tiene en Giotto di Bondone a su máximo representante; por su extraordinario y profético lenguaje pictórico marca una auténtica revolución de la historia de la pintura. Giotto rompe los convencionalismos del denominado estilo bizantino. Su espíritu de observación le distancia de los maestros sianeses; la monumentalidad de las figuras por ejemplo ir su Virgen en el trono (Museo de Uffizi, de Florencia), inicia el camino que van a recorrer Massaccio y Miguel Ángel; el dramatismo de las expresiones señala una observación de los rostros poco usual en la época; el movimiento, de una intensidad excepcional en las lanzas del Prendimiento de Jesús (frescos de la capilla de los Scrovegni).
La escuela de Siena. Desataca por su delicadeza y elegancia que sugiere una afinidad con el espíritu del gótico internacional. La belleza de las líneas, la proliferación de las figuras y temas diversos que complican enormemente la composición y el carácter decorativo del color constituyen sus principales características.
Duccio de Buoninsegna pinta para la Catedral de Siena La Majestad, tabla que representa por una de sus caras la Madonna rodeada de ángeles y por otras escenas de la Pasión. Otro artista genial de esta escuela es Simone Martini, que abandona todo recuerdo de bizantinismo para llevar la elegancia sienesa a su cima más alta. En Avignon trabaja para la corte papal; desde ella su arte se difunde por Francia y por toda Europa; La Anunciación del Museo de los Uffizi es su obra más conocida y representativa de su estilo.
Los primitivos flamencos
A partir de la segunda mitad del siglo XIII, momento que señala un cierto renacimiento comercial en el Occidente Europeo, en las ciudades flamencas se concentra la producción de tejidos de lana que por la suavidad y belleza de sus colores desplazan a los de las ciudades francesas y conquistan los mercados mediterráneos. Al decaer éstas, las grandes compañías instalan en Brujas, representantes encargados del comercio de telas de Flandes y Barbante. Esta bellísima ciudad se erige en el principal centro comercial del Occidente europeo hasta bien entrado el siglo XV.
Características de la escuela flamenca
En el siglo XV algunas ciudades de Flandes se convierten en una sede de una extraordinaria escuela pictórica. Los pintores denominados primitivos flamencos son los notarios de estas ciudades, de su esplendor, de sus valores económicos, y la burguesía local constituye su clientela.
La mayoría de las obras son pequeñas, más apropiadas por tanto para adornar estancias hogareñas que templos o palacios. Con frecuencia constan de tres tablas (trípticos); las laterales sirven a la central, y en su cara exterior se las pinta en tonos grises (grisallas) que imitan el efecto de la escultura.
Algunas notas que consiguen fundir la tradición gótica con la sensibilidad renacentista caracterizan las obras de este grupo de pintores
- Concebidas para ser contempladas de cerca, los pintores se recrean en la representación de los detalles más nimios, las cabelleras son una serie de cabellos perceptibles uno a uno; en los prados pueden contarse las hojas de las hierbas o pétalos de cada flor; en los libros se distinguen las líneas y las letras.
- El enfoque cercano inclina a los pintores a la representación veraz de la realidad; no encontraremos aquí la idealización física de las madonnas del Quattrocento italiano, antes bien se prefiere la captación de todos los detalles del cutis -poros, arrugas- y en algún caso, como en El canónigo Van der Paele, de Van Eyck, es posible el análisis clínico del personaje a través de la deformación de los tendones y la hinchazón de las arterias.
- Amor al paisaje. Montañas, caminos que se alejan, prados verdes y bosques se reflejan con unción y vibrando sobre las formas; en algunos maestros flamencos puede gozarse de la palpitación de las luces en el horizonte o en los brillos de las aguas. Cuando la escena es una habitación, el paisaje, muy detallado, aparece a través de una puerta o ventana.
- Delectación en la reproducción de los objetos. No es frecuente la representación de la arquitectura, habitaciones, calles o casas pero en general los pintores se detienen más en las cosa pequeñas que llena la vida cotidiana: objetos de vidrio o metal, monedas, mesas, telas; en éstas, a pesar de que el detallismo permite distinguir los hilos y trenzados, se incurre en el arcaísmo de dotarlas de pliegues duros, geométricos (como si estuviesen almidonadas), manteniendo el espíritu de formas alargadas del estilo internacional.
- El material utilizado es la tabla. como en los retablos góticos, pero se introduce la técnica del temple oleoso, que otorga más brillo a los colores y posibilita la minuciosidad de los detalles.
En el manejo de las luces y en la pasión por el paisaje; Flandes anticipa valores de la pintura renacentista, aunque todavía las formas estáticas, la escasa relación de las figuras -casi siempre dispuestas frontalmente- y el predominio de los detalles y las partes sobre el conjunto nos sitúan en la ultima etapa del gótico.
Los principales maestros
Los iniciadores del estilo, los hermanos Van Eyck, pintan el extraordinario Tríptico del Cordero Místico en San Bavón de Gante, pero no son de mejor valor los cuadros de Jan Van Eyck, el gran retratista de la escuela, La Virgen del Canciller Rollin, La Virgen del Canónigo Van der Paele o El matrimonio Arnolfini. Jan se estableció en Brujas en 1430, ciudad que ya no abandonaría y donde iniciaría una extraordinaria escuela. En los retratos, la búsqueda de la verdad constituye su norte.
Roger Van Der Weyden es el pintor del dolor, introduce una preocupación por los sentimientos que lo aleja de la solemnidad hierática de los otros maestros, y en otro orden es el artista de las grandes composiciones, cuya distribución de elementos sitúa detenidamente.
En el Descendimiento del Museo del Prado, coloca un fondo de oro, recurso gótico inusual en los primitivos flamencos, quienes prefieren el fondo paisajístico, para que el espectador contemple sin detalles que le distraigan las emociones que expresan los rostros de los personajes, especialmente el llanto silencioso de San Juan.
Brujas es la sede de un grupo de maestros con personalidad propia como Gérard David, cuyas formas verticales señalan un rasgo extremado de una de las tendencias de la escuela, y sobre todo Hans Memling. Su mundo es un antípoda de Van Der Weyden; el silencio, la quietud, envuelven a sus figuras serenas, a veces pensativos, ensimismadas. La frente abombada y el párpado semicerrado, lo que contribuye a conseguir el ensimismamiento, caracterizan a sus figuras. En la Arqueta de Santa Úrsula (Museo Memling, Brujas) demuestra además una sensibilidad para las luces nostálgicas, que prestan cierta melancolía al ambiente.
El paisaje es dimensión inexcusable de casi todas las pinturas de la escuela, pero en Patinir y Brueghel se convierte en género, en el tema mismo. La comparación entre los dos maestros resulta ilustrativa sobre la evolución de la concepción paisajística. Patinir derrama en sus cielos una luz blanquísima, de gran intensidad, que brilla sobre la línea de horizonte muy alta y sus prados están interrumpidos por rocas y lagunas; todos estos elementos son perceptibles en El paso de la laguna Estigia (Museo del Prado). Su concepción del paisaje es estática y se limita a un juego de líneas horizontales y verticales. En Brueghel, maestro del siglo XVI, encontramos, aparte de un simbolismo tomado de EL Bosco, una concepción dinámica del paisaje, con ondulaciones y una vitalidad bullente, que prefigura los paisajes barrocos de Rubens.